Las salineras de Maras son un fascinante ejemplo de cómo la naturaleza y la cultura se entrelazan en la historia de Perú. Ubicadas a 3,000 msnm en el Valle Sagrado de los Incas, estas salineras abarcan 6,8 hectáreas y cuentan con más de 3,000 pozos de sal que han sido utilizados desde hace más de 2,800 años.
La producción de sal en Maras se remonta a la época de los Warys, un grupo étnico que aprovechó los manantiales subterráneos, mucho antes de que los Incas llegaran a la región. A lo largo de los siglos, la sal se ha cosechado utilizando técnicas tradicionales que se han transmitido de generación en generación.
Hoy en día, las salineras son gestionadas por una cooperativa de 633 socios, quienes cada uno debe poseer al menos cuatro pozas de sal para participar en la explotación. El agua salada proviene de dos fuentes: Orq´opujio y Chinapujio, con concentraciones de sal del 18% y 24%, respectivamente. Esta agua se distribuye a través de un ingenioso sistema de canales artesanales, asegurando que todas las pozas reciban el recurso necesario para la producción.
El salar de Maras no solo es un recurso económico, sino que también es considerado un Patrimonio Cultural Intangible de Perú, reflejando la rica historia y la continua importancia de la sal en la vida de la comunidad local.
Esta sal, que es conocida como sal rosa, se debe a su nombre al color que adquiere de los minerales que le aporta el agua de manantial y el suelo arcilloso de la zona. El agua que hace que se formen los cristales de sal proviene de dos manantiales que se encuentran entre 800 y los 1000 metros de profundidad y su temperatura de 30°C.
El intenso sol hace que el agua se evapore, dejando cristales de sal que luego son cosechados.
La cosecha de sal se realiza en los meses secos, de junio a noviembre, cuando las lluvias permiten que se formen las capas de sal sobre las pozas, en ese momento es que la sal se tiñe por completo de un blanco pulcro y brillante. Hoy en día se sigue cosechando, las pozas deben mantenerse en buen estado temporada tras temporada.
La cosecha artesanal se realiza levantando la primera capa de sal, que da lugar a la llamada sal rosa. Los hombres y las mujeres vestidos con sus trajes típicos y botas blancas comienzan a remover la primera capa salina, en línea recta y arrastrando a los pies con mucho cuidado, con el fin de levantar los primeros cristales de sal sin mezclarlos con la tierra arcillosa que se encuentra al fondo.
Una vez levantada esa capa, las mujeres son ellas las que ayuda dan con dos tablas de madera van apilando la sal en montones mientras los hombres, la trasladan a un cesto para lavarla, dejar caer el exceso de agua y trasladarla un pequeño primer secadero situado en los alrededores de la poza. Una vez recogida la sal rosa, llega el momento de trabajar la segunda capa de sal, la conocida como sal roja y destinada a otros usos, especialmente médicos, mineros y agropecuarios.
Este proceso suele durar entre dos y cuatro días dependiendo de la época del año, si es temporada seca o lluviosa. En total, cada año se recogen alrededor de mil toneladas de sal que se dividen en función de su granulometría fina, media y gruesa, dejarla perfectamente limpia.
La sal de Maras, conocida por su característico color rosado, es valorada no solo por su sabor único, sino también por sus beneficios para la salud. A diferencia de otras sales, contiene menos cloruro de sodio y está enriquecida con minerales como calcio, hierro, magnesio y zinc.
Estos componentes la hacen especialmente beneficiosa para quienes sufren de presión arterial alta, ya que su bajo contenido de cloruro de sodio ayuda a reducir la ingesta de este mineral. Además, se le atribuyen propiedades cicatrizantes y antiinflamatorias, lo que la convierte en una opción atractiva en la cocina y en tratamientos naturales.
Su riqueza mineral no solo la hace ideal para sazonar alimentos, sino que también la posiciona como un complemento saludable en dietas equilibradas.
Visitar las Salineras de Maras es una experiencia única, y se recomienda hacerlo a través de una agencia turística, ya que no hay transporte público directo a la zona. Las agencias ofrecen tours que generalmente combinan la visita a Maras con otros atractivos cercanos, como Moray, lo que permite aprovechar al máximo el tiempo en el Valle Sagrado.
La mejor época para visitar es durante la estación seca, entre abril y octubre, cuando los cielos son despejados y soleados. Durante esta temporada, el sol ayuda a evaporar el agua, favoreciendo la producción de sal.
El costo de ingreso a las salineras es de aproximadamente 20 soles para extranjeros y 15 soles para peruanos. Muchos tours salen por las mañanas, así que es recomendable planificar con anticipación y reservar tu lugar. ¡Disfruta de esta maravilla natural y cultural!
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