El Corpus Christi es una celebración de profunda fe, devoción y tradición, donde las calles de Cusco se transforman en un escenario lleno de color y fervor con la procesión de las imágenes de los santos y vírgenes de las diversas parroquias.
En la ciudad de Cusco, se tiene lugar una celebración que fascina tanto a locales como a visitantes: el Corpus Christi. Este año, el 19 de Junio, un jueves cargado de tradición y devoción, las calles se llenarán de vida con la procesión de las imágenes sagradas provenientes de diversas parroquias. Como parte fundamental de esta festividad, se disfruta del icónico plato cusqueño, el Chiriuchu, que agrega un sabor especial a la experiencia cultural.
El Corpus Christi es una celebración religiosa de la Iglesia Católica en honor al Santísimo Sacramento, donde se reconoce la presencia real de Cristo en la Eucaristía. El nombre proviene del latín y significa "Cuerpo de Cristo".
La fiesta se lleva a cabo el jueves siguiente a la solemnidad de la Santísima Trinidad, que tiene lugar el domingo después de Pentecostés, entre finales de mayo y mediados de junio.
Antes de la llegada de los españoles, los incas realizaban festividades de gran significado espiritual, como la veneración al Inti, el dios Sol. Estas ceremonias también incluían procesiones con las momias de los gobernantes, un ritual para honrar a los antepasados y la naturaleza.
Con la llegada del cristianismo, estas prácticas se transformaron mediante un proceso de sincretismo religioso. En 1572, se reemplazó la procesión de las momias por una con santos y vírgenes, dando origen a lo que hoy conocemos como el Corpus Christi Cusqueño.
La festividad empieza un día antes del evento principal con la entrada de los santos. El miércoles previo, las imágenes de distintas parroquias se dirigen primero al Templo de Santa Clara, cerca del mercado de San Pedro, para luego avanzar hacia la Plaza de Armas y la catedral.
Este desfile reúne 15 santos, cada uno acompañado de comparsas, música y danzas que reflejan la devoción de la comunidad. Entre los más esperados se encuentran San Jerónimo y San Sebastián, que protagonizan una simbólica carrera por la avenida La Cultural hacia Santa Clara. También destaca Santa Bárbara, que llega desde la provincia de Poroy para unirse a esta celebración llena de fervor, color y música, anticipando la majestuosidad del día central del Corpus Christi en Cusco.
El día central del Corpus Christi comienza desde temprano, cuando las personas se congregan en las graderías de la Catedral de Cusco y en los alrededores de la Plaza de Armas para asegurar un buen lugar y participar de la festividad.
Las imágenes de los santos y vírgenes se colocan frente a la catedral, donde esperan el inicio de la misa y el comienzo de la procesión.
El evento principal inicia con una Misa Pontifical presidida por el Arzobispo de Cusco, con la participación de autoridades civiles, militares, judiciales, religiosas, cofradías, estudiantes y fieles. Esta ceremonia suele celebrarse entre las 9:30 y 10:30 de la mañana. Durante la misa, se proclama el Evangelio y se reflexiona sobre el significado del Corpus Christi.
Al finalizar la misa, comienza la procesión de las imágenes sagradas. El recorrido se abre con la presencia del Santísimo Sacramento y finaliza con la venerada imagen de la Virgen de la Inmaculada Concepción.
Al finalizar la misa, comienza la solemne procesión del Santísimo Sacramento, que se representa a través de la hostia consagrada, la cual simboliza el cuerpo de Cristo. En esta marcha, los sacerdotes y párrocos se organizan en dos filas a los lados del Santísimo, mientras el Arzobispo, lidera la procesión. Este evento sagrado recorre toda la Plaza de Armas y da inicio al impresionante pasacalle, que reúne a todas las imágenes de santos y vírgenes. La celebración envuelve a la ciudad de Cusco en un ambiente de profunda fe y tradición cultural.
San Antonio es el primer santo en iniciar la procesión del Corpus Christi en Cusco. Nació en Egipto y, a los 18 años, repartió su herencia entre los pobres para vivir en el desierto, dedicándose a la oración. Murió a los 105 años, el 17 de enero de 356.
Como patrón de los porqueros, su imagen se viste con un traje de tonos fríos que cambia cada año. Lleva un báculo de plata, un libro y un cerdo como símbolo. Los comerciantes de cerdos adornan su andas y lo acompañan con música de pututus y una banda. Delante de él, los "carguyoq" llevan la demanda, seguidos por mujeres con cirios encendidos y jóvenes que sostienen un banco para descansar la imagen, junto a numerosos feligreses de la parroquia de San Cristóbal.
San Jerónimo es el segundo santo en la procesión del Corpus Christi en la Plaza de Armas. Nació en Dalmacia de padres cristianos y fue bautizado en Roma. Educado en Francia y Grecia, llevó una vida solitaria en Siria, donde defendió la fe. Fue ordenado presbítero por San Paulino, obispo de Antioquía, y luego llamado a Roma por el Papa Dámaso para escribir epístolas. Se retiró a Palestina, donde fundó el monasterio de Santa Paula en Belén y tradujo la Biblia al latín. Murió el 30 de septiembre del 420.
Durante la procesión, San Jerónimo sigue a San Antonio Abad. Su imagen, de la parroquia de San Jerónimo, es imponente, con sombrero rojo y túnica escarlata. Reconocido como el patrón de los teólogos y “Doctor Máximo de la Iglesia”, sostiene una pluma de oro y una iglesia sobre un libro. Esculpida por Luis Ramírez, es transportada por casi sesenta hombres. Acompañado por dos bandas de música, San Jerónimo marcha seguido de devotos y autoridades locales, todos con velas encendidas.
San Cristóbal es el tercer santo que participa en la procesión del Corpus Christi en Cusco. De origen cananeo, fue un mártir cristiano que luchó contra los persas y luego predicó en Licia, realizando milagros que llevaron a muchos a la fe. Capturado y torturado bajo el emperador Decio, fue decapitado en el año 254, y su festividad se celebra el 25 de julio. La estatua de San Cristóbal, patrón del barrio que lleva su nombre, es imponente y musculosa. Originalmente tan grande que tuvo que ser recortada para poder entrar en los templos, representa al santo cruzando un río con el Niño Jesús sobre su hombro izquierdo, apoyándose en un tronco.
Durante la procesión del Corpus Christi, San Cristóbal es transportado por sus devotos y autoridades del barrio. Acompañado de música tradicional, avanza entre numerosos feligreses del barrio de San Cristóbal en Cusco. Su imagen, una de las más pesadas, requiere un gran esfuerzo de los cargadores, lo que resalta la devoción y el compromiso de la comunidad que la acompaña cada año.
San Sebastián es el cuarto santo en la procesión del Corpus Christi. Fue un noble soldado muy apreciado por el emperador Diocleciano, quien, a pesar de ser cristiano, usó su posición para ayudar a otros cristianos encarcelados. Descubierto por el emperador, fue atado a un árbol y golpeado con flechas. Al pensar que había muerto, lo dejaron, pero una mujer piadosa llamada Irene lo encontró con vida y lo curó. Finalmente, el emperador ordenó que lo apalearan hasta matarlo el 20 de enero del 288. La imagen de San Sebastián, creada por Melchor Huamán en el siglo XVII, lo representa con cuatro flechas adornadas con piedras preciosas, atado a un árbol.
Durante la procesión del Corpus Christi, su imagen, vestida con una túnica bordada, es llevada por varios cargadores desde su parroquia, ubicada a cinco kilómetros de la ciudad. La procesión es precedida por un sacerdote, autoridades locales y cofradías religiosas, y está acompañada por numerosos feligreses. Una banda de músicos que sigue el recorrido tocando tambor, bombo y cornetas.
Santa Bárbara es la quinta en la procesión del Corpus Christi. Nacida en Nicomedia, fue una virgen y mártir, hija de Dióscoro, un noble idólatra. Se convirtió al cristianismo, y al enterarse de su fe pero su padre la encerró en una torre. Su devoción era tan fuerte que construyó tres ventanas en honor a la Santísima Trinidad. Al descubrirlo, su padre la torturó para que renunciara, pero ella se mantuvo firme. Finalmente, él la decapitó el 4 de diciembre del 238 y, como castigo, fue alcanzado por un rayo del cielo.
Durante el Corpus Christi, Santa Bárbara llega desde el pueblo de Poroy, llevada por sus debotos. Su imagen representa a una mujer pálida y melancólica, sosteniendo una capilla de plata en una mano y una rama en la otra. Aunque ya no está en el santoral católico, sigue siendo venerada con gran devoción. Sus andas, adornadas con sedas y flores artificiales, son acompañadas por bandas de músicos, el cura, sacristanes con la Cruz Alta, autoridades locales y numerosos feligreses. Los devotos, vestidos con poncho y chullo o trajes formales, caminan desde Poroy para acompañar su imagen.
Santa Ana, madre de la Virgen María y esposa de San Joaquín, es la sexta en la procesión del Corpus Christi. Originaria de Belén y del linaje de David, dedicó su vida a la oración y a la caridad. Tras 20 años sin hijos, un ángel anunció a San Joaquín que tendrían una hija, María, a quien criaron con amor y ofrecieron al templo a los tres años. San Joaquín murió poco después, y Santa Ana pasó sus últimos días en oración.
En la procesión, Santa Ana llega desde su parroquia ubicada en las alturas de Cusco, sosteniendo en sus manos a la Virgen María. Aunque su rostro es severo, refleja una expresión dulce. La imagen luce vestimentas con colores vivos y brillantes, y es acompañada por numerosos feligreses, especialmente mujeres y niños. Tras ella marcha una banda de músicos, completando la procesión.
Santiago Apóstol, conocido como Santiago el Mayor, es el séptimo en la procesión del Corpus Christi. Hijo de Zebedeo y María Salomé, respondió sin dudar al llamado de Jesús mientras pescaba en el mar de Galilea. Predicó en Jerusalén, Samaria y España, donde se le apareció la Virgen en Zaragoza. Tras regresar a Jerusalén, fue martirizado por Herodes, y su cuerpo fue trasladado a Galicia. Es venerado como patrón de España y ha sido símbolo en sus guerras históricas.
En la procesión, la imagen de Santiago, montado en un caballo blanco y empuñando una espada de plata, destaca por su gesto desafiante. Lleva sombrero con plumas, botas negras y un traje que cambia de colores cada año. A su lado, un moro aparece en actitud de súplica, sosteniendo al caballo. Santiago es especialmente admirado por los niños y avanza acompañado por el cura de la parroquia, autoridades del distrito y una gran multitud de devotos.
San Blas, el octavo en la procesión del Corpus Christi, fue un obispo y mártir de Armenia conocido por su devoción y virtudes. Nombrado Obispo de Sebaste, vivió como ermitaño en el monte Ageo, donde sanaba tanto a personas como a animales enfermos. Cuando fue descubierto por el prefecto Agricolao, se negó a adorar a los dioses paganos, lo que llevó a su encarcelamiento, tortura y decapitación el 3 de febrero del 289.
La imagen de San Blas en la procesión lo representa con la mano derecha levantada en señal de bendición. Viste un bonete, un báculo dorado, y una túnica escarlata, con una barba oscura que resalta su figura solemne. Devotos, tras disfrutar meriendas y chicha de jora, lo llevan con entusiasmo, acompañados por acólitos y monaguillos en ropas coloridas. El cura, sacristanes y autoridades locales también participan, junto con feligreses vestidos con ponchos y chullos. La imagen de San Blas es transportada sobre andas talladas en fina madera al estilo cusqueño.
San Pedro, el noveno en la procesión del Corpus Christi en Cusco, fue el príncipe de los apóstoles. Nacido en Bethsaida y hermano de San Andrés, trabajaba como pescador hasta que Jesús lo llamó para ser "pescador de hombres". Aunque negó a Cristo tres veces, se arrepintió y se convirtió en líder de la Iglesia. Después de recibir el Espíritu Santo, predicó en Asia y finalmente en Roma, donde fue crucificado cabeza abajo por orden de Nerón en el año 68.
En la procesión, la imagen de San Pedro lo muestra como un anciano de rostro severo, sosteniendo un manojo de llaves de plata y una tiara de oropel. Aunque cuenta con menos acompañantes que otros santos, sus devotos destacan por su fervor. Le acompañan el párroco, sacristanes y una banda de músicos, junto con niños que llevan la banca para el descanso de la imagen. Las andas, hechas de madera finamente tallada, se mantienen en excelente estado, mostrando el cuidado y respeto hacia el santo.
San José, el decimo en la celebración del Corpus Christi, es conocido como el esposo de la Virgen María y el padre adoptivo de Jesús. Proveniente de la línea del rey David, nació en Belén y se caracterizaba por su justicia y virtudes. Dios lo eligió para ser el guardián de Jesús y María. Falleció a los 69 años, y según la tradición, Jesús lo sanó antes de que los ángeles llevaran su alma al seno de Abraham. El 8 de diciembre de 1870, el Papa Pío IX lo designó como protector de la Iglesia Universal.
Durante la procesión, San José se representa sosteniendo al Niño Jesús en una mano y un bastón en la otra. Su vestimenta suele ser de colores oscuros o fríos, y lleva una corona de plata. La imagen es acompañada por mujeres, hombres y niños, así como por enfermeras a los lados de San José, mientras bandas de música animan el recorrido de la Virgen de Belén, ya que ambas imágenes provienen de la parroquia de Belén. Las andas en las que se transporta están compuestas por dos secciones: la parte superior de planchas de plata y la inferior de madera.
La Virgen de la Natividad, undécima en la procesión del Corpus Christi, celebra el nacimiento de la Virgen María, hija de San Joaquín y Santa Ana después de 20 años sin hijos. La imagen, esculpida en el siglo XVII por Juan Tomás, destaca por su delicadeza y fue encargada por el Obispo Mollinedo. Tallada de una sola pieza de madera, muestra a la Virgen sosteniendo al Niño Jesús en brazos, con un ángel detrás sosteniendo un parasol.
Durante la procesión, el cura y los sacristanes con la Cruz Alta abren el paso, seguidos por la mayordomía y mujeres vestidas con trajes típicos del Cusco, llevando cirios y flores. Además, un grupo de mujeres con atuendos tradicionales indígenas porta estandartes alusivos a la Virgen. Los cargadores, junto a numerosos feligreses del barrio de Almudena, acompañan la imagen con devoción, al ritmo de una banda de músicos, reflejando la fe y tradición de la comunidad.
La Virgen de los Remedios, duodécima en la procesión del Corpus Christi, es una figura profundamente venerada por los cusqueños. Desde 1980, participa en la festividad con andas de plata repujada, gracias al apoyo del entonces Arzobispo del Cusco, Monseñor Luis Vallejos Santoni, y la priora del convento de Santa Catalina. La imagen destaca por su esplendor, adornada con coronas de oro y plata, joyas como anillos, aretes y un pectoral con piedras preciosas, acompañada por un ángel que lleva un parasol, con botas y alas de plata.
Según el párroco Contreras y Valverde, en sus escritos sobre el Cusco entre 1649 y 1650, la capilla de la Virgen solía llenarse de fieles que llevaban velas, flores y ofrendas, especialmente durante días festivos. La Virgen de los Remedios refleja la devoción y tradición de la comunidad, sumando solemnidad y belleza a la procesión.
La Virgen Purificada, decimotercera en la procesión del Corpus Christi, representa la purificación de la Virgen María y la presentación del niño Jesús en el templo. En este evento, el anciano Simeón profetizó sobre el destino del Salvador, y Ana lo reconoció como el Mesías. La Iglesia Católica conmemora este acto entre el 24 de enero y el 10 de febrero, invitando a los fieles a llevar velas como símbolo de la luz de Cristo.
Esta imagen proviene del templo de San Pedro y destaca por su elegancia, con una corona de oro y un cetro. Desde la época colonial, ha sido especialmente querida por los feligreses. Durante la procesión, el párroco y los sacristanes encabezan el recorrido, seguidos por devotas que portan cirios, ceras y estandartes, demostrando su fe y devoción a esta sagrada figura.
La Virgen de Belén, decimocuarta en la procesión del Corpus Christi, proviene de la Iglesia de Belén y marcha acompañada por la imagen de San José. Es una de las más veneradas por su fama de realizar milagros, lo que le ha valido recibir valiosos regalos de sus devotos, acumulando joyas, coronas, mantos y hábitos. Sus andas de plata, las más pesadas y costosas, hacen de su traslado un acto impresionante debido al esfuerzo requerido.
Conocida como "Mamacha Belén", la tradición cuenta que esta imagen fue un regalo del emperador Carlos V de España. Una leyenda popular relata que el "selenque" ayudó a estabilizar las andas cuando estuvieron a punto de volcarse en el puente de Belén. Los creyentes consideran que, de haberse caído la imagen, la ciudad de Cusco habría sufrido una gran tragedia, lo que refleja la profunda devoción y el sentimiento de protección que los cusqueños sienten por esta sagrada figura.
La Virgen de la Inmaculada Concepción, conocida como "La Linda de la Catedral", es la última en participar en la procesión del Corpus Christi y ocupa el quinto lugar en importancia. Venerada en la Catedral del Cusco, ha sido la Patrona del Obispado desde 1651. Su imagen destaca por sus manos juntas en oración, una alta corona bañada en oro y una aureola con 14 estrellas. Después de la Virgen de Belén, es la segunda en riqueza, luciendo mantos y joyas valiosas. Las andas, en forma de flor, están revestidas con plata repujada y decoradas con esmero.
Esculpida en cedro y policromada, "La Linda" ha sido admirada durante siglos por la belleza de su rostro. Se la venera en una capilla propia dentro de la catedral, ubicada frente al Señor de los Temblores. La Virgen Inmaculada Concepción cierra la festividad del Corpus Christi, y su día especial se celebra cada 8 de diciembre, consolidando su lugar como una figura de gran devoción.
En el octavo día de la festividad del Corpus Christi en Cusco, una gran multitud de devotos se reúne en la Plaza Mayor. Con profunda devoción, los fieles se acercan a las imágenes que emergen de la catedral, ofreciendo oraciones y encendiendo velas en agradecimiento por los favores recibidos. Al igual que en el día de la entrada, los puestos de venta se han reabierto alrededor de la plaza de San Francisco, donde los asistentes pueden disfrutar de la gastronomía local.
Las imágenes de santos y vírgenes salen de la catedral en el mismo orden que en el día principal. Cada una es acompañada por quienes llevan las andas y los caballetes para descansar las imágenes, reflejando la misma devoción del inicio de la festividad. Aunque la cantidad de fieles en la Plaza de Armas es menor que en la semana anterior, el fervor y la devoción siguen siendo palpables. Las imágenes recorren el perímetro de la Plaza Mayor antes de regresar a la catedral o a sus respectivas parroquias, marcando el cierre de la celebración anual del Corpus Christi.
Este es el plato más emblemático de la festividad. Su nombre significa "ají frío" o "picante frío" y también es conocido como llaqway-uchu, altar-uchu, merienda o merienday. Su origen exacto es incierto, pero se sabe que se consumía un plato similar desde la época colonial, alrededor de 1700. El chiriuchu es una mezcla deliciosa que incluye:
Estos alimentos y bebidas enriquecen la festividad, ofreciendo un vistazo a la rica tradición culinaria de la región
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